Martes 09 de agosto
Ésta es la etapa reina del viaje, El Valle de Ordesa. Tanto en dificultad como en belleza. Aunque realmente todas fueron como de cuento y, en cuanto a dureza, resultó que la de Panticosa y la ascensión a su Ibón Azul fue incluso más dura que ésta (ya llegaré a esa etapa y su correspondiente entrada al blog)
Como siempre, madrugamos mucho. Nos desplazamos con el coche a Torla y allí cogimos el autobús que sube a la Pradera del Valle de Ordesa. Durante los periodos vacacionales No se puede subir en coche particular a la Pradera del Valle de Ordesa, o bien subes andando o bien compras un billete para subir en los autobuses que suben y bajan regularmente desde muy temprano hasta las diez de la noche.
Una vez en la Pradera, tienes dos opciones. Emprendes la marcha para recorrer todo el valle hasta la Cola del Caballo por la ruta fácil, por la que van papas con sus peques y que discurre por el fondo del valle y apenas tiene dificultad o coges la Senda de los Cazadores y una vez arriba, sigues por la Faja de Pelay hasta llegar a la Cola del Caballo.
Nosotros cogimos la Senda de los Cazadores. Es una senda escarpada desde el metro uno. Tiene un desnivel muy pronunciado, pero si lo tomas con calma tampoco es para tanto. Arriba hay un mirador con unas vistas que la cámara es incapaz de recoger por completo, hay que estar en persona para poder apreciarlo.
Desde el mirador se sigue la senda por la Faja de Pelay, una senda que recorre la pared del Valle de Ordesa a considerable altura, aunque No es dura. A mitad de la Faja paramos a comer. Teníamos unas vistas en la comida expectaculares. Una cosa que tomamos como costumbre es echar una botella de somontano en cada travesía, con lo que al parar a comer siempre tomábamos la botella de vino para tres, nos sentaba genial y sacamos la guasa de que era nuestra medicación para contrarrestar el mal de altura.
Al final de la Faja de Pelay está La Cola del Caballo. Una cascada que está muy bien, aunque en agosto No es tan expectacular como en otoño o primavera porque trae menos agua. Allí nos refrescamos con el agua pulverizada que lanzaba.
La vuelta la hicimos por el fondo del Valle, por la ruta fácil. Esa ruta atraviesa un hayedo chulísimo y que se agradece, porque estaba pegando un sol de justicia. Llegamos de nuevo a la Pradera y cogimos el autobús de regreso a Torla.
Ya en Torla, nos dedicamos a tomar cerveza fría y ver con detenimiento el pueblo. Al final entramos a cenar en un lugar que se llamaba "Santa Elena". Ese nombre se ha repetido de manera recurrente todo el viaje... curioso.
Es una pasada esa excursión. Yo la hice y casi me muero en la subida por la senda de los cazadores, pero cuando llegas y empiezas a andar en llano y a disfrutar el paisaje...qué gozada!
ResponderEliminar¡¡Chulísimo de verdad!! No sé en qué época la hiciste tú, Ana, pero en otoño tiene que estar incluso más bonito. Si todo va bien y tengo opción de volver, será en otoño, la gama de colores tiene que ser de escándalo. Besos.
ResponderEliminarfue en septiembre, a principios, aun hacía calor. Lo malo que los días ya eran más cortos y como no madrugamos en absoluto... casi nos anochece encima
ResponderEliminarBufff a nosotros nos hizo muy bueno, pero lo cierto es que el sol llegaba a ircordiar un pelín, no tanto el calor, sino el sol. Sobre todo de vuelta, que había zonas sin vegetación y lo llevábamos en la cara. El hayedo nos vino de lujo. Más besos.
ResponderEliminarEsa es la actitud hermano, siempre por el camino más complicado que nos da mejores momentos! Qué paisajes más impresionantes, un gusto poder ver esas imágenes y celebrar lo andado con una buena cerveza.
ResponderEliminar"Santa Elena".. viene siendo algo así como una señal ahora..
Un abrazo!
Algo así como una señal, Trovator. ¡¡Un abrazo!!
ResponderEliminarComo te prometí, he sacado fuerzas y ya te he leido y sobre todo visto las fotos. Envidia no, lo siguiente
ResponderEliminarMe alegra que te gusten, amigo JoseFco. Un abrazo.
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